Si bien a principios del siglo XX prácticamente toda la región latinoamericana fue destino de inmigración desde países eminentemente europeos, hace décadas comenzó la tendencia inversa y actualmente la región se encuentra en un pico de emigración.
Continuando con la descripción del fenómeno, podemos citar el ejemplo de Venezuela, destino preferido por españoles, italianos y portugueses durante la etapa de inmigración. Hoy es un caso tristemente emblemático de emigración, creando una verdadera diáspora de venezolanos en distintos países de la región latinoamericana, Europa y Estados Unidos.
Recientemente, la BBC elaboró un interesante informe sobre el éxodo de jóvenes profesionales argentinos, comparándolo con la última crisis que sufriera Argentina a finales de 2001. En citas efectuadas por dicho informe, se calculaba un promedio de 200 emigrantes argentinos por día entre septiembre de 2020 y junio de 2021 (naturalmente, no todos ellos son “jóvenes profesionales”, pero las cifras son contundentes respecto del flujo migratorio). Otro país que pasó de receptor a “expulsor” en menos de un siglo.
Generalmente son los más jóvenes quienes toman la decisión de emigrar en busca de nuevas y mejores oportunidades. En este sentido, los hijos se separan de sus padres que, con los años, quedan solos y sin la colaboración de los hijos, en materia económica, de asistencia en salud y otros temas más profundos como trámites de herencias, por ejemplo. “En los últimos años, hemos recibido varias consultas de hijos que, estando lejos de sus padres o hermanos, buscan ayuda para no abandonar a sus padres. Como consecuencia de este fenómeno, cobra real importancia tener en cuenta las necesidades financieras y de planificación patrimonial que plantea este nuevo escenario, en el seno de una familia”, puntualiza Juan Cruz Acosta Güemes, director de SFI Servicios Fiduciarios.
A 2020, según un informe elaborado con datos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (ONU DAES), América del Sur tiene más de 17 millones de emigrantes. Los países desde donde mayor cantidad de emigrantes han salido son (ordenados por cantidad):
- Venezuela (más de 5 millones)
- Colombia (más de 3 millones)
- Brasil (poco menos de 2 millones)
- Perú (poco más de un millón y medio)
- Ecuador (más de un millón); y
- Argentina (también más de un millón)
Para el mismo organismo internacional, la cifra de 2020 para Centroamérica y México supera los 16 millones. De esos, México aporta más de 11 millones, principalmente por su contigüidad territorial con Estados Unidos.
Lógicamente, la crisis económica generada por la pandemia de COVID-19, ha causado un aumento notable de todas estas cifras regionales de 2020.
Una porción difícil de cuantificar de toda esa masa de emigrantes son personas que han emigrado antes o después de la pandemia para estudiar y/o trabajar y que han dejado atrás a al menos un progenitor en su país de origen. Por simpleza, nos referiremos a “los hijos” y “los padres”, respectivamente.
“Los padres que se quedan deben enfrentarse a distintos tipo de desafíos. Lógicamente, los mismos varían según el país, la situación socioeconómica y familiar y los factores concretos que afectan a cada caso en particular. Sin embargo, hay cuestiones que -aisladas o en combinación- significan sin duda un problema a resolver para esa familia (tanto desde la óptica de quien se ha ido como de quien se ha quedado )”, señala el director de SFI Servicios Fiduciarios.
Según el citado profesional, los problemas a resolver que merecen ser destacados son los siguientes:
* A medida que avancen en su edad, los padres necesitarán más cuidados personales y de salud. La familia deberá prever cómo se obtendrán esos cuidados y quién y cómo solventarán esos costos si los padres no tienen ingresos o ahorros suficientes. Los hijos podrán colaborar económicamente si tienen esa posibilidad, pero deberán velar también por el bienestar real y práctico de los padres.
* A veces, son los padres quienes envían ayuda económica a los hijos, especialmente en el caso de estudiantes que emigran -siquiera temporariamente- por cuestiones académicas. Además de tener los recursos, deberán encontrar los mecanismos que resulten óptimos desde lo operativo, cambiario y financiero para enviar esa ayuda.
* Inversamente, muchas veces son los hijos que emigraron por cuestiones laborales los que efectúan las remesas de dinero a sus padres. Aquí nuevamente deben encontrar el mejor método para hacerlo.
* Con cierta frecuencia, los hijos dejan activos o temas pendientes en su país de origen. Es recomendable en tal caso dejar un poder suficiente para que alguna persona de confianza (normalmente los padres) se puedan ocupar de esos asuntos (por ejemplo, cobrar un alquiler). Habrá que considerar si la edad, salud o idoneidad de esos padres son un obstáculo para el eficaz ejercicio de dicho poder.
* Respecto a las cuestiones sucesorias, los padres deberán contemplar la lejanía geográfica de esos hijos, preferentemente efectuando una planificación hereditaria acorde a las circunstancias. El objetivo será simplificar todo lo más posible.
* Se deberá tener en cuenta una posible situación de viudez (existente o futura) de los padres. No siempre les será factible a los hijos estar presentes y acompañando a la persona que ha enviudado. Es una de las consecuencias más tristes del desmembramiento familiar que la emigración causa.
Afortunadamente, las distancias geográficas se han reducido drásticamente en lo referente a las formas de comunicarse. No solamente el costo se ha vuelto ínfimo comparado a unos años atrás, sino que hay cada vez más sistemas que permiten mantenerse en contacto.
“Si bien no todas las cuestiones planteadas tienen una solución completa, es muy importante tenerlas en cuenta para detectar cuáles están afectando (o pueden afectar en el futuro) a cada familia en concreto, y tomar cartas en el asunto para implementar las soluciones o mitigar su impacto”, concluye Juan Cruz Acosta Güemes, director de SFI Servicios Fiduciarios.
Acerca de SFI Servicios Fiduciarios
SFI Servicios Fiduciarios, estructura y administra fideicomisos, trusts y otros vehículos legales, que permiten instrumentar estrategias sucesorias y hereditarias. Su dedicación exclusiva es proteger al cliente y cumplir con sus instrucciones y deseos. Su rol permite asegurarle –al cliente y/o sus familiares- los recursos y servicios que necesiten, frente a distintas circunstancias en las que no pueda o presente dificultades para valerse por sí mismos.